AMÉRICA, CUBA, Sin gluten

LA HABANA. Primeros días conociendo Cuba

El 22 de septiembre salimos desde el aeropuerto Madrid-Barajas dirección La Habana. El vuelo con Iberia nos salió por 640 € con una maleta facturada y una de equipaje de mano.

El vuelo duró 9 horas y media pero la verdad que con las películas y varias cabezadas se paso rápido. Puedes elegir menú sin gluten pero para mi gusto es bastante malo. Desde aquí me ofrezco para hacer alguna sugerencia si lo ven necesario. He volado ya muchas veces con Iberia y el menú sin gluten siempre es el mismo.

La llegada al aeropuerto de la Habana más o menos en hora, pero las maletas tardaron una hora en salir así que, ármate de paciencia.

Ya con las maletas sales y llegas al hall donde puedes cambiar algo de dinero. La gente es muy amablemente y enseguida te ofrecen un taxi para llevarte a tu casa particular. Nuestro vuelo llegó de noche y el taxista nos cobró 30 CUC. Quizás podríamos haber negociado un mejor precio pero teníamos ganas de llegar a casa.

Una vez en el portal, el taxista llamó a los dueños de la casa para avisar de que ya estábamos y nos bajó a buscar Aurora. Nuestra casa para las cuatro primeras noches la cogimos en Airbnb y se llama Casa Aurora y Mario. Desde el balcón puedes ver el mar y está junto al Paseo Prado. Nos habían comprado tarjetas para poder usar Internet ya que la casa tiene conexión wifi así que pudimos avisar a nuestra familia.

Si quieres reservar esta casa en AirBnb, desde este enlace te harán un descuento.

Al día siguiente, nos levantamos y Mileisy nos tenia preparado un desayuno muy completo. Fruta, zumo, café, tortilla francesa más pan y bollería (con gluten para mis amigas).

Vistas desde la terraza

A las 10:00 teníamos el FREE TOUR y salimos hacia el Hotel Saratoga, punto de reunión, a 10 minutos caminando. Este hotel es llamativo porque en su fachada tiene una bandera de EE.UU.

Allí se encuentra el Capitolio, un edificio parecido a La Casa Blanca pero con la cúpula unos metros más alta, que les gusta mucho contarlo a los cubanos.

El Capitolio

Vinieron dos guías porque éramos muchos y nos separaron en dos grupos. Nosotras nos quedamos con Alí, un chico que ha estudiado psicología pero que con los sueldos que hay en Cuba, le sale más a cuenta ser guía turístico y la verdad que se le da fenomenal.

Comenzamos comprando agua en un puesto que hay justo a la derecha del Hotel Saratoga, un litro y medio por 1 CUC. El calor es muy intenso y húmedo.

En esta zona está El Barrio Chino de La Habana que lo único que tiene es el arco de entrada, porque gente de nacionalidad china no hay residiendo en La Habana.

En esta zona está El Barrio Chino de La Habana que lo único que le queda actualmente es el arco de entrada construido en 1999 y financiado por el gobierno chino. Antiguamente conformó uno de los Chinatowns más grandes de América latina, llegando a ser considerado el segundo más grande después del de San Francisco, pero tras la Revolución cubana, pocos se quedaron en la zona.

Como curiosidad tiene un cementerio propio en Nuevo Vedado.

Entrada al barrio chino

La primera parada fue en la Casa del Habano y continuamos por detrás del Capitolio pasando por el Cine el Megano. En los tiempos de esplendor cubano, en La Habana había más cines que en ciudades como Nueva York o Paris.

Ya en el Parque Central también llamado Plaza José Martí, tienes justo en frente el Hotel Inglaterra. Puedes subir a su terraza gratis o tomar un ron por 3,5 CUC.

Si continuas está el Hotel Manzana con tiendas de marca inaccesibles para la mayoría de cubanos.

Haciendo esquina está La Floridita, cuna del Daiquiri y mundialmente conocida por la famosa frase de Heminguey, “mi Daiquiri en La Floridita y mi mojito en La Bodeguita”.

La Floridita

Continuamos adentrándonos en las calles de la Habana vieja y escuchando curiosidades de la vida en Cuba.
Nos explica cómo funciona la cartilla racionamiento Cubana. Cada familia tiene una y lo cierto es que no da para mucho, la obligatoriedad del servicio militar, que es de un año si vas a la universidad y sino, dos años. Toda la educación en Cuba es gratuita y todos los estudiantes llevan uniforme, dependiendo del curso es de un color u otro.


Pasamos por la Droguería Johnson, fundada en 1886 en la calle O´Reilly, 31, una de las más concurridas de la ciudad. El local es prácticamente un museo donde además puedes comprar remedios varios.


La Bodeguita del medio es sin duda uno de los bares más emblemáticos de la ciudad y conocidos mundialmente gracias a Hemingwey. En el puedes escuchar música en directo, comer comida criolla y tomar un mojito, eso si, no es de los más buenos de la ciudad. También puedes aprovechar y usar su wifi desde la misma calle, va bastante rápido.

Callejenado por la Habana Vieja


Plaza catedral Catedral con su Catedral barroca y la curiosidad de que las torres no son iguales. Los restos de Cristobal Colón descansaron aquí hasta 1898 cuando fueron trasladados a Sevilla.

Catedral de San Cristobal, patrón de la Habana

La entrada es gratuita. Si quieres subir al campanario, cuesta 1 CUC.

Juana, la santera de la Catedral

Museos para visitar hay bastantes. Nos recomendaron el museo de la Ciudad de La Habana que por si te interesa, cuesta 3 CUC.

Sobre las 13:00 nos encontramos con una señora muy simpática que vendía Chiribitos, un dulce típico cubano hecho con harina de maiz y azucar, sabía un poco a churro. En el grupo iba otra chica celiaca y me dijo que lo podía comer sin problema, que no contenía gluten y ella ya lo había comido.

Chiribitos – Dulce típico de harina de maíz

Ya casi llegando al finar del recorrido, llegamos a la Plaza de San Francisco o plaza de las palomas. Alberga entre otros edificios el Convento de San Francisco de Asís. No se usa como iglesia y es una plaza con mucha vida.

El tour finalizó en la Plaza vieja. El calor estaba siendo muy intenso toda la mañana y aquí aprovechamos a refugiarnos uno poco del sol bajo estos porches azules.

Nos despedimos de Ali y nos fuimos a comer al restaurante Vitrola, que nos lo habían recomendado. Está allí mismo, en la calle San Ignacio esquina con calle Muralla.

Pregunté a la chica que platos tenían sin gluten y me explicó los que se podían de la carta. La verdad que se podían bastantes cosas.

Pagamos 40 CUC por tres platos y tres mojitos.

Muy cerca está el Bar MojitoMojito, que también está bastante bien y los mojitos salen a 3,50 CUC.

Orientarse en la Habana es más fácil de lo que a priori pueda parecer. Nuestro apartamento estaba justo detrás del Paseo Prado, y de camino a el paramos en el Hotel Inglaterra y subimos a la terraza, las vistas son una pasada.


Se puede subir en el ascensor y no tomar nada si no te apetece. De aquí ya fuimos al apartamento para refrescarnos con una buena ducha y con el aire acondicionado. Para cenar quedamos con mi amiga Jara que nos vino a buscar y fuimos a cenar al restaurante El del Frente. Es de precio medio y está en una terraza-azotea muy chula. Pedimos varios platos, tacos, ceviche y para mi, pulpo con patata y verduras.

De momento no encontramos restaurantes sin gluten específicos, pero si personas muy amables para hacer todo lo posible por adaptar platos cubanos sin gluten.

Plato de pulpo sin gluten

Todos los platos estaban muy acertados y nos salió por unos 17 CUC por persona, al cambio poco más de 15 €. Ya con el estómago lleno, cogimos un taxi entre las cuatro y fuimos a la avenida 23 a un bar de jazz que se llama La Zorra y el Cuervo. Está abierto a partir de las 22:00 horas. La entrada nos costó 8 CUC y te dan dos copas, eso si, pequeñas y entre tres opciones a elegir.

Jazz en La Zorra y el Cuervo

Justo a la salida de este bar, te puedes sentar en una repisa de cemento que hay y aprovechar la zona wifi, va de diez.

Para volver a casa cogimos una furgo-taxi y por 1 CUC cada una, nos dejó en el Paseo Prado.

Al día siguiente fuimos con una excursión de CIVITATIS al Valle de Viñales. Recomendable 100 % Te lo cuento próximamente en otro post.

A la vuelta de Viñales mi amiga nos llevó a lo que llaman un Paladar, en la calle San Rafael. Si no vas con alguien que lo conozca igual no entrarías porque desde fuera ves un patio algo derruido y hay que entrar y subir unas escaleras a la izquierda.

La señora que lo regenta fue muy amable y nos preparó una mesa para las cuatro. Al ser temporada baja, no había mucha gente. Por 3 CUC te sacan varios platos para compartir. Merece la pena conocerlos y además la comida está muy buena.

El miércoles, día 25, nos despertamos en el apartamento, ducha y a disfrutar del desayuno. Milaisy nos cuidó como nadie, sin duda mi persona favorita del viaje.

El plan principal era ir a sacar dinero a un banco y comprar tarjetas de internet. Así que Iwona y yo, salimos a por el objetivo.

En el banco fue sencillo, coges turno y cuando sale en la pantalla te acercas a la ventanilla que te toca. Importante llevar el pasaporte.

Para comprar las tarjetas hay alguna tienda suelta por la ciudad que pone ETECSA. Si preguntas, la gente te va diciendo por donde. En la Habana nos pidieron el pasaporte y cada una podíamos comprar máximo 5 tarjetas, pero en el resto de ciudades no nos pusieron este límite.

Una vez las tienes, rascas hasta que te aparece un código, encuentras un lugar con conexión wifi o con wifi propia de ETECSA que hay en distintos puntos de la ciudad e introduces el código. Podrás navegar con esa tarjeta durante una hora.

Callejeamos bastante y nos fuimos encontrando con personas que nos contaban mil historias, galerías de arte, tiendas de libros antiguos…

A media mañana volvimos a la casa a recoger a Andrea y salimos a recorrer otra zona de la ciudad. Fuimos por la larguísima calle San Lázaro a pleno sol de camino al Callejón de Hamel.

El Callejón de Hamel es un proyecto social y cultural que nació el 21 de abril de 1990, inspirado en los cultos de origen africano, en especial en la santería. Es curioso ver sus paredes llenas de murales de colores con frases y mensajes.

Callejón de Hamel

La bebida que aquí te ofrecen es El Negrón, hecho con albahaca, miel, hielo, agua y ron. Nosotras lo probamos y es bastante refrescante para ayudar a llevar mejor el intenso calor de La Habana.

Merece la pena hacer una visita si pasas varios días en la ciudad.

Continuamos y paramos a comer en el Café Brown, pequeño bar con aire acondicionado y con una comida bastante buena en el número 1017 de la misma calle San Lázaro. Tiene un estilo distinto y aunque sin gluten específico no hay nada, me prepararon un arroz con verduras que estaba bastante bueno y todo a buen precio.

El postre lo reservamos para la heladería Copelia que estábamos ya cerca, pero una vez allí no supimos acabar de entender el funcionamiento. Tras hacernos levantar dos veces de una mesa y un ataque de risa por no saber que pasaba y mira que no nos hablaban en inglés, nos fuimos. Más tarde entendimos que con moneda nacional era en la parte de abajo y con CUC, en la parte de arriba.

Cerca de aquí se encuentra el edificio más alto de Cuba llamado edificio Focsa, con unas buenas vistas de La Habana. Fuimos hasta el pero nos dijeron que no se podía subir en esos momentos, así que las chicas se quedaron sin subir. Yo no suelo subir por mi vértigo.

El Vedado donde nos encontrábamos está junto al Malecom así que fuimos hacia el para volver hacia casa por allí.

El Malecom es para recorrerlo sin prisa, para sentirlo y observar la vida de su gente, pescadores, enamorados charlando, músicos o vendedores ambulantes que seguro tienen una anécdota que contarte, familias escuchando música y viendo como rompen las olas…

Paseando llegamos hasta la punta del Malecom que une con Paseo Prado y subimos a casa un momento para llamar a mi amiga Jara para quedar con ella.

Para tomar algo por la noche en La Habana y escuchar música en directo fuimos al Siá Kara Café, muy recomendable. El local es muy chulo y los cocktails deliciosos. Tocaron dos grupos distintos y fue muy divertido.

Con mi amiga Jara

A la mañana siguiente salíamos hacia Topes de Collantes, pero esto era un hasta luego, porque en unos días volveríamos por aquí para coger el vuelo hacia Cayo Largo.

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