Escapadas, ESPAÑA, Sin gluten

Córdoba, un laberinto que enamora. Qué ver y comer sin gluten

Córdoba era una de mis ciudades soñadas y, por fin he puesto mis pies en ella. A cada paso que das vas sintiendo la riqueza cultural que esconde esta bonita ciudad situada a orillas del río Guadalquivir. Os dejo un enlace a la web «Córdoba Patrimonio de la Humanidad» donde te explica la historia desde su fundación en el año 171 A.C.

Nosotras nos alojamos junto a la Plaza de las Tendillas, en el apartamento Minimalist Loft Center. Está genial, bien situado y con todo lo necesario para pasar unos días como en casa. Desde la estación de tren andando no llega a 15 minutos.

Si prefieres un hotel con una bonita terraza donde tomar el sol, te recomiendo el Hotel Osio by Arc House.

Si eres de los que prefiere no perderse nada, yo me decantaría por comenzar el día haciendo un FREE TOUR.

Resérvalo con tiempo o te quedarás si plaza.

Tomando como punto de partida la plaza de las Tendillas donde está la oficina de turismo fuimos hacia el Templo Romano que está junto al Ayuntamiento.

De allí bajamos hacia la Plaza de la Corredera parando antes en un Carrefour Exprés para coger algún tentempié sin gluten. Tenían unas magdalenas increíbles.

Antiguamente en esta plaza se celebraban corridas de toros, de allí su nombre.

Volvimos hacia arriba y giramos a la izquierda por la calle tundidores. Allí vimos la Taberna Salinas y preguntamos para venir al día siguiente. Uno de sus camareros, muy amable nos indicó como llegar hacia la Ribera del río.

En cualquier rincón de Córdoba encuentras una iglesia, museo, preciosos patios, fachadas muy cuidadas con macetas colgantes y sus calles laberínticas te transportan a su pasado árabe.

El Puente romano con la Torre de la Calahorra al fondo y sobre el río Guadalquivir une el barrio de la Catedral con el de barrio del Campo de la Verdad.

Para los fans de Juego de tronos, este puente sale en el tercer capítulo de la quinta temporada. Córdoba film Office nos lo enseña en este vídeo.

Aquí tenemos la Puerta del Puente, una de tres puertas que quedan en la ciudad junto a la Puerta de Almodovar y la Puerta de Sevilla.

Si continúas por la ribera y girando a la derecha por una cuesta llegas al Alcazar de los Reyes Cristianos. Durante la reconquista los Reyes católicos vivieron en él y fue aquí tal como muestra una escultura, donde Cristobal Colón solicitó permiso para ir a América. Sus jardines y fuentes son majestuosas y desde sus torres puedes divisar una buena panorámica de los jardines y de la ciudad de Córdoba.

Precio: 4,5 € adultos, niños de 0 a 13 años gratis, estudiantes menores de 28 años 2,25 €. Si quieres visita guiada, son 15 €.

  • Una chica en la cola preguntó que si había horario gratuito y le dijeron que a partir de las 18:00 si. Nosotras no esperamos pero es una buena opción.

El pase nocturno nos dijeron que era precioso.

Horario: los lunes permanece cerrado.

Del 16 de septiembre al 15 de junio el horario es más amplio, de 8:30 a 20:15 de martes a sábado, y domingos y festivos, de 8:30 a 14:00.

Del 16 de junio al 15 de septiembre, de 8:30 a 15:00 de martes a sábado, y domingos y festivos de 8:30 a 14:00.

Continuamos saliendo a la izquierda para perdernos por calles de casitas blancas y macetas y puertas en su mayoría azules. Sin darte cuenta vas encontrando patios típicos cordobeses.

Paramos a comer en el Mesón San Basilio. Un restaurante de comida tradicional y con cerveza sin gluten. El menú cuesta 9 € y me indicaron los platos que podía comer.

Me comí un salmón muy bueno con una espléndida ensalada, mi cervecita fresca gluten free y tocinillo de cielo de postre. Mis amigas probaron el famoso flamenquín y les encantó.

El resto de la tarde continuamos perdiéndonos por el laberinto cordobés disfrutando de una temperatura ideal para el mes de febrero.

Vimos varios patios, el Barrio de la Judería, hicimos una parada en el Salón de Té,  la Puerta de Almodovar para acabar en el Mercado de la Victoria. En este mercado puedes tomar unas cañas o vinos con unas tapas, aunque los precios son algo altos. Hay bastante ambiente y te puedes llevar la sorpresa de encontrarte con gente de tu ciudad como nos pasó a nosotras.

La cena la hicimos en un restaurante que nos recomendaron cerca del apartamento, Taberna La Montillana. Un acierto porque el sitio tenía muy buen ambiente, un personal encantador y la comida muy rica. Conocían perfectamente el tema celiaco y adaptaron los platos de su carta para mí. Los calamares con patatas estaban increíbles y me sacaron pan sin gluten.

A la mañana siguiente era el día grande, íbamos a visitar la Mezquita de Córdoba. Llevaba tanto tiempo diciendo que quería verla que cuando mis amigas me dijeron que tenían unos días libres no dudamos ni un momento en venir a Córdoba.

Desayunamos, ducha y en marcha.

Casi todos los caminos llegan a la Mezquita, pero por si acaso preguntamos si íbamos en buena dirección que nunca se sabe y la orientación la tenemos regular a primera hora de la mañana.

Hay taquillas para sacar tu entrada y también máquinas para conseguirlas directamente.

Precio: 10 € adultos y 5 € niños de 10 a 14 años. Los menores de 10 años entran gratis. Si quieres subir a la torre son 2 € más.

De lunes a sábado de 8:30 a 9:30 se puede visitar gratis si no hay alguna celebración

Horario: de 10:00 a 19:00. Para subir a la torre hay pases cada media hora. Si tienes mucho interés coge el ticket pronto por la mañana o te quedarás sin subir.

Una vez en sus jardines las ganas de entrar eran inmensas y no me defraudó. La imaginaba majestuosa y lo es. Nada más entrar ya ves sus columnas que se extienden a lo largo de toda la Mezquita y los rayos de sol te muestran el rojo y blanco de sus arcos.

Como casi siempre en un monumento así, quieres hacer mil fotos tú y todos los turistas que allí estábamos, pero decir que hay columnas para todos. Para conocer mucho más sobre esta Mezquita-Catedral de Córdoba os dejo un enlace a la web arteguias.com que lo explica con mucho detalle.

Una vez fuera no puedes perderte el Bar Santos donde hacen unas tortillas de patata gigantes. La tortilla está buena aunque diré que por el trozo que te dan y en plato de plástico sale un poco cara pero está bastante rica.

Con el tentempié echado nos fuimos callejeando hacia la Sinagoga sin saber que estaba cerrada por obras.

Entramos a un patio muy bonito y llegamos a la Puerta de Almodovar nuevamente. La verdad que hay momentos que no sabes si has pasado ya o no.

A comer fuimos a la Taberna Salinas que habíamos visto el día anterior. Nada más llegar el chico nos reconoció y me sacó la carta de alérgenos para que supiera que podía pedir o no. Me pedí un pisto con patatas y rabo de toro para compartir con mis amigas sin gluten. Ellas además pidieron lo que les recomendó una señora cordobesa que estaba en la mesa de al lado, croquetas de espinacas y berenjenas fritas. Muy recomendable, buen ambiente y a buen precio.

Por la tarde pasamos por la Plaza del Potro hasta llegar al Palacio de Viana.  Antes de entrar tomamos un café en la misma plaza y al final no entramos al Palacio. Os dejo aquí el enlace para ver precio y horarios.

Importante: los lunes está cerrado y los miércoles de 14:00 a 17:00 es gratis.

Por esta zona de pronto te encuentras con la Puerta del Rincón donde está instalado el monumento «La Cuidadora de Patios», una escultura de bronce que representa a una mujer regando las flores de los patios con una lata y una caña.

Silvia con su mochila de carita bonita, que siempre nos acompañan en nuestros viajes.

De aquí fuimos a ver la Plaza de Capuchinos y el Cristo de los faroles.

Recomiendo que vayas a verlo cuando caiga la noche para verlo iluminado.

De vuelta a casa, fuimos a ver la Calleja El Pañuelo, la más estrecha de la ciudad andaluza. En su parte más estrecha llega a medir unos 50 centímetros.

El día lo terminamos por las callejuelas adyacentes a la Mezquita donde puedes comprar recuerdos para llevar de regalo y por la Calle Conde de Condomar y alrededores, que es la zona comercial de Córdoba.

El último día quedamos con unos amigos que estaban también por la ciudad y estuvimos poniéndonos al día, cafeteando y viendo alguna cosilla que nos quedaba.

La Calleja de las flores es un imprescindible de Córdoba. Si miras desde el fondo puedes ver como sobresale una torre de la Catedral.

Para comer nos costó encontrar un hueco, porque era sábado y el número de turistas se había incrementado considerablemente a los dos días anteriores.

Si quieres probar algo diferente a lo típico cordobés el Restaurante Amaltea es una opción ideal aunque algo más cara. Si además en el grupo tienes gente vegetariana o celiaca, aquí encontrarán muchas opciones.

Nos cruzamos por unas calles con un ensayo una cofradía para la Semana Santa. La verdad que tiene mérito llevarlo a pulso y tan bien coordinados.

Si te apetece recorrer la ciudad en coche de caballos, junto a la Mezquita y junto al Alcazar de los Reyes Cristianos vimos opciones.

Mi resumen de esta escapada a una de las ciudades sino la que más ganas tenía de ver, es que es increíblemente bonita, toda empedrada, cuidada, con olor a flores, buena gente y una gastronomía deliciosa. La temperatura, quitando el verano que debe ser muy sofocante es ideal.

Os recomiendo que la visitéis en cuanto tengáis unos días libres.

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